Lo que significa tener un mentor
Thomas Mann, el ganador del Premio Nóbel de Literatura de 1929, dijo: “Un escritor es alguien para quien escribir es más difícil que para el resto de gente”.
Yo estoy de acuerdo con Thomas Mann. Habiendo escrito durante más de 39,000 horas durante los últimos 30 años, puedo decir con confianza que ninguna persona mentalmente sana lucha con tanta fuerza o durante tanto tiempo para encontrar la palabra exacta como lo hace un escritor. Y escuchar una palabra siendo utilizada de forma inapropiada hace que la oreja se irrite como con una picadura de mosquito.
Mi cálido corazón reboza con la esperanza que los siguientes párrafos te sean instructivos, esclarecedores e iluminadores, pero mi mente fría y calculadora sospecha que vas a encontrar estos párrafos un poco cómicos, si mucho.
Si escogieras dejar de leer ahora mismo, lo entendería.
Vaya. Aún sigues aquí.
Supongo que debería comenzar.
Estaba contemplando mi admiración por Carol Burnett de 86 años cuando me di cuenta que ella es probablemente la estrella femenina de televisión más activa y vibrante de los 1960s.
Cuando googleé “estrellas femeninas de la televisión de los 1960s” me sorprendí al ver que virtualmente todas las páginas web incluían no sólo estrellas de televisión femeninas, sino también estrellas de películas femeninas.
“¿Hay diferencia?”, preguntas tú.
“Sí, hay diferencia. Las estrellas de televisión son famosas por sus programas de televisión. Las estrellas de películas son famosas por sus películas. Y los símbolos sexuales son famosos por su atractivo sexual. Entre los símbolos sexuales famosos de la era están Barbara Eden en “Mi Bella Genio” y Donna Douglas como Ellie Mae Clampett en “Los Millonarios de BeverlyHills” que servía como el prototipo de otro símbolo sexual, Daisy Duke, protagonizado por Catherine Bach ocho años más tarde en “Los Dukes de Hazzard”.
Estrella de Televisión, Estrella de Películas, Símbolo Sexual son tres designaciones distintas, aunque es posible que una persona sea las tres.
Confieso que me inquieta igual el mal uso rampante de la palabra “mentor”.
La gente me cuenta frecuentemente acerca de sus “mentores” y luego proceden a hacer una lista de las personas cuyo trabajo los influenció e inspiró, aun cuando ninguno de esos “mentores” interactuó directamente con ellos, o tan siquiera supieron que estaban vivos. Si queremos ser veraces, vamos a decir que el trabajo de tal o cual persona nos influenció e inspiró, pero no vamos a llegar hasta llamarle nuestro “mentor”.
Si alguien es tu mentor, tú eres su aprendiz, su protegido. Una persona es tu mentora cuando se interesan por ti e invierten un monto significativo de tiempo y energía en tu futuro.
Lucille Ball hizo mucho más que influenciar e inspirar a Carol Burnett. Ella la guió activamente hasta el 26 de abril de 1989.
Cuando Carol Burnett cumplió 56 años, ella se despertó a escuchar la noticia que su amiga de mucho tiempo y mentora, Lucille Ball, había muerto inesperadamente.
Carol estaba devastada.
Varias horas más tarde, alguien tocó a su puerta. Carol Burnett abrió la puerta para ver a un hombre con un ramo inmenso de flores y una nota que decía: “Feliz Cumpleaños Chica. Con cariño, Lucy”.
Treinta años más tarde, Carol no puede contarlo sin llorar.
Roy H. Williams
