El camino que te trajo a donde estás

El camino que te trajo a donde estás

Hubo un día en que te encontraste en una situación extraña e hiciste lo mejor que pudiste. Antes de darte cuenta, lo atravesaste.
Te fijaste en un parche de flores silvestres.
Hiciste un amigo.
La oscuridad cayó. Viste un ojo elevarse en el cielo y creíste que era la luna. Pero ahora sabes que era el ojo de Dios, viendo a ver qué harías.
Con uno de sus ojos, Él mira el mundo. Con el otro, te mira a ti.
Seguiste caminando.
Un acantilado te llevo a una fuente y esa fuente te llevó a un rio.+
Ese primer río te llevó a un río mucho más ancho.
Tom Sawyer y Huck Finn te invitaron a subirte a su balsa. Tuviste una aventura.
Y luego te rompieron el corazón.
Te enfermaste y te recuperaste.
Tuviste un golpe de suerte. Lo alargaste hasta donde pudiste.
Cerraste los ojos y chocaste los tacones de tus zapatillas rojo rubí y dijiste: “No hay otro lugar como el hogar, no hay otro lugar como el hogar, no hay otro lugar como el hogar.”
Cuando abriste los ojos, supiste que el hogar ya no estaba allí. El sol se había elevado mientras no estuviste y el hogar se evaporó en esa delgada frazada de aire caliente que se extiende sobre la tierra fecunda.
Ese fue el día en que comenzaste a ver hacia delante y dejaste de ver hacia atrás.
Y así es como llegaste al lugar en donde estás ahora.
La historia que te acabo de contar acerca de ti mismo es la historia de todo hombre de negocios exitoso que he conocido.
Una de mis socias me envió un texto a las 3.37 de esta mañana. Era una historia larga y fascinante que ella escribió hace muchos años.
Así es como comienza:
“Mañana, yo voy a dejar el parque de tráilers para siempre. Nunca puedo regresar. Ninguno de nosotros puede hacerlo. Así que me gustaría hacer un poco de remembranza con algunas de mis memorias favoritas del lugar que he llamado hogar por tantos años. Me hacen sonreír…”
La mitad de su historia es un recuento maravilloso de todas las aventuras locas que tuvo con sus compañeros en la gran balsa mientras flotaba por el río de su juventud. Pero fue el final de su historia el que la convirtió en algo precioso:
“Los árboles gigantes fueron la gran carpa bajo la cual desarrollamos nuestro circo de locura. Aquí creamos nuestra propia realidad, llena de personajes inolvidables y aventuras fabulosas de ghetto. Nadie podía tocarnos. Vivíamos en la mitad del pueblo, pero existíamos en nuestro propio mundo. No importaba lo que sucediera ‘allá afuera’, siempre podíamos regresar a casa, ser nosotros mismos, encender el fuego y conectar. Estábamos seguros. Éramos una familia.
Durante años los ecos de nuestra risa ha rebotado contra los árboles que siempre nos dieron sombra. Me gusta pensar que esas vibraciones de nuestra risa están atrapadas adentro de la corteza de esos árboles — que si pusieras tu oreja contra una de ellas, aún podrías escuchar el crujido del fuego y el crujido de nuestras risas.
Ha sido una maravillosa travesía. Me da tristeza partir, pero no puedo esperar a ver qué sucede después.
Adios parque de tráilers, hola mundo.·”
Hoy mi socia vive en una casa bañada por el sol con un precioso jardín con vista al océano.
Nunca he estado allí, pero he visto las fotos.
Ella es una escritora de anuncios notable.
Roy H. Williams
NOTA DE INDY BEAGLE: Hace algunos años, Miriam Green encapsuló la esencia del Memo del Lunes por la Mañana en una única frase: “Eres la suma de la mierda por la que has atravesado.”

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