
Es fácil entender a una persona que es movida por sus pasiones.
Tus pasiones te llevan a tu lugar feliz.
Tengo amitos que son apasionados por eventos deportivos en la televisión. Otros tienen una pasión por el juego y los peripatéticos tienen una pasión por viajar a todos los lugares más remotos de esta roca que gira sobre la que vivimos.
La gente que tiene una pasión por los logros viven por hacer las cosas de forma distinta.
La planificación y la investigación le enciende la luz a algunas personas.
Se pasan sin dormir y brilla fuerte toda la noche mientras reúnen, separan y organizan la información que va a incendiar el futuro.
Tus cicatrices son los recuerdos de experiencias amargas.
El dolor se fue, pero los beneficios de esas experiencias permanecen.
Tus cicatrices te ayudan a ver los peligros en el horizonte.
Tus cicatrices son los diplomas de las lecciones que nunca vas a olvidar.
Es bueno tener cicatrices.
Pero las heridas… las heridas son diferentes.
El dolor permanece y te detona a actuar en formas que todo el mundo nota, pero nadie entiende. A veces ni siquiera tú.
Yo he conocido hombres cuya única pasión es seducir a cada mujer que encuentren. A esos hombres les gusta creer que están “enamorados con enamorarse”. Pero cuando los conoces durante suficiente tiempo, verás la herida del cuchillo en su pecho que nunca se ha curado. Hace mucho tiempo, tuvieron una esposa que comenzó a acostarse con otro hombre. Y desde ese día, han estado tratando de convertirse en ese hombre.
El dolor de una herida es una cosa poderosa. Grita: “¡Nunca más! ¡Nunca más! ¡Nunca más!”
No creo que ninguno de esos hombres ha descubierto por qué se sienten compelidos a convertirse en la encarnación del Don Juan imaginario, pero nunca he creído que fuera adecuado que yo se los dijera.
Cada persona está formada por sus pasiones, cicatrices y heridas. Hasta las personas imaginarias.
Todos los personajes famosos de la literatura fueron creados de sus pasiones, cicatrices y heridas.
Los novelistas, dramaturgos y guionistas saben esto. Los escritores de anuncios, no. Es por esto que la mayor parte de la publicidad es aburrida, muerta y no se mueve.
Cuando un escritor de anuncios se guía por las ambiciones, demandas y expectativas de sus clientes, puedes esperar escuchar las gloriosas trompetas de un llamado a la acción conmovedor. “¡Ven! ¡Ven ahora! ¡Dame tu dinero! ¡Rápido! ¡Rápido! ¡Quiero tu dinero Hoy! ¡Hoy! ¡Hoy! ¡Actúa ahora! ¡No te demores!”
Esos anuncios no nos encantan.
¿Alguna vez se te ha ocurrido que cada marca exitosa es un personaje que vive en la mente del cliente?
Una marca exitosa está impulsada por sus pasiones, cicatrices y heridas.
Pasión: ¿Por qué existe esta marca? ¿Qué está persiguiendo? ¿Qué amor representa?
Cicatrices: ¿Qué sabe? ¿Qué ha aprendido? ¿Por qué puedo confiar en esta marca?
Heridas: ¿Qué está tratando de borrar esta marca de la faz de la tierra?
A qué le grita: “¡Nunca más! ¡Nunca más! ¡Nunca más!”
Roy H. Williams