Por qué tus creencias son correctas

Por qué tus creencias son correctas

Tú miras la vida desde un punto de vista único.
Yo también.
Cada uno de nosotros está atrapado por su propia realidad perceptual.
“No tengo ni idea de qué estás hablando.”
Tú y yo podemos ver la misma cosa, pero verla distinta. Y esa niña pequeña de allí, sí, esa, mira las cosas distintas que ambos. La mujer que está al lado de esa niñita ha experimentado cosas que tú y yo nunca vamos a experimentar y sus reacciones a esas cosas la han cambiado y formado la persona que es hoy. Ella está atrapada dentro de su propia realidad perceptual, igual que tú y yo.
“¿Hay alguna forma de salir de allí?”
¿De dónde?
“De la realidad perceptual en donde todos estamos atrapados.”
Cuando modificas tu percepción, modificas tu realidad.
“Explica.”
Cuando escuchas detenidamente a una persona sincera que no está de acuerdo con tus creencias, entiendes que experimentan las cosas de forma distinta que tú. Y allí es cuando tu realidad perceptual se modifica y se expande tu mente.
“Lo que estás describiendo es el relativismo. Yo creo que los hechos son los hechos y la verdad es la verdad, sin importar lo que escojas creer.”
¿Pero estarías de acuerdo que las cosas frecuentemente son distintas de lo que aparentan ser?
“No estoy seguro de qué estás diciendo.”
A veces confiamos en hechos que no son hechos. Y aún y cuando nuestros hechos están correctos, la verdad completa es usualmente mucho más compleja de lo que aparenta en la superficie.
“Rechazo esa aseveración. Los hechos son los hechos y la verdad nunca es compleja: siempre es lisa y llana. Una persona honesta que no mira la verdad simplemente está mal informada.”
Respetuosamente, estoy en desacuerdo.
“Entonces estás mal informado.”
Cuentan que en el Indostán lejano, se dispusieron seis ciegos a describir un elefante, animal que nunca vieron
-ver no podían, es claro;
pero sí juzgar, dijeron-
El primero se acercó
al elefante que en pie se hallaba.
Tocó su flanco alto y duro; palpó bien y declaró: ¡El elefante es igual que una pared!
El segundo, de un colmillo tocó la punta aguzada,
y sin más dijo: ¡Es clarísimo! Mi opinión ya está tomada: Bien veo que el elefante es ¡lo mismo que una lanza!
Toca la trompa el tercero, y, en seguida, de esta suerte habla a los otros:
Es largo, redondo, algo repelente… El elefante – declara- es
¡una inmensa serpiente!
El cuarto, por una pata trepa osado y animoso; ¡Oh, qué enorme tronco! –exclama-
Y luego dice a los otros:
Amigos, el elefante es
¡como un árbol añoso!
El quinto, toca una oreja y exclama: ¡Vamos amigos,
todos os equivocáis en vuestros rotundos juicios!
Yo os digo que el elefante es ¡como un gran abanico!
El sexto, al fin coge la cola,
se agarra bien y por ella trepa … ¡Vamos compañeros; ninguno en su juicio
El elefante es… ¡tocadlo! Una soga … Sí ¡una cuerda!
Los ciegos del Indostán lejano, disputan y se querellan; cada uno está seguro de haber hecho bien su prueba…
¡Cada uno tiene un poco de razón… y todos están equivocados!
Y así, estos ciegos del Indostán lejano, acaloradamente, largo y tendido discutieron. Cada uno aferrado a su opinión excediéndose en apasionada obstinación. Cada quien a medias en lo cierto,
pero todos a la vez en el error!
Sucede así cada día en bastantes discusiones; quienes disputan, cada uno piensa justas sus razones. Discuten, juzgan, definen,
¡lo que no vieron jamás!
“Okay, ¿y cuál es tu punto?”
Cada uno de los ciegos vio un elefante distinto, pero cada uno de esos seis elefantes era mucho más complejo de lo que aparecía ser en la superficie.
“Pero si los ciegos se hubieran tomado el tiempo de reunir los hechos, ellos hubieran visto la verdad de un elefante completo.”
Eso es verdad.
“Pues es es lo que hago. Yo reúno los hechos y luego veo la verdad.”
Y por eso, hay que felicitarte. Eres un individuo muy especial.
“Gracias.”
El resto de nosotros sufre de sesgo de disponibilidad y de sesgo de confirmación.
“¿Cuáles son ésos?”
El sesgo de disponibilidad es el resultado de no tener disponibles todos los hechos. Cuando llegas a una conclusión basado en los hechos que están disponibles — y no estás consciente que existen otros hechos — tu conclusión va a sufrir de sesgo de disponibilidad. Piensa en eso como una forma de ceguera.
“Bueno, estoy seguro que no sufro de sesgo de disponibilidad. Mis fuentes de información son sólidas como rocas. Más allá de toda disputa.”
Estoy seguro que lo son.
“¿Cuál es el otro?”
Sesgo de confirmación.
“¿Qué es eso?”
El sesgo de confirmación es el resultado de estar de acuerdo con la información que confirma tus creencias y descartar la información que tiene conflicto con tus creencias.
“Estoy seguro que yo no hago eso. Yo utilizo el razonamiento deductivo.”
¡Excelente! Entonces sabes que el razonamiento deductivo requiere que busques información que pueda refutar tu creencia, a la vez que haces todo tu mejor esfuerzo para probar que tu creencia está equivocada.
“¿Quién hace eso?”
Los científicos hacen eso. Al menos los de verdad lo hacen. El razonamiento deductivo es la base del método científico. El trabajo de un verdadero científico es trabajar tan duro como se pueda para refutar lo que creen. Y cuando no lo pueden refutar — y nadie más lo puede refutar — sólo entonces será tentativamente aceptado como confiable.
“¿Pero la gente normal no usa el sentido común?”
Sí. El razonamiento inductivo es cuando ves todos los hechos que confirman tu sospecha y luego declaras que tu sospecha es la verdad.
“Pero espera. Eso sería sesgo de confirmación, ¿verdad?”
Estás en lo correcto. Y como lo dije antes, hay que felicitarte; eres una persona muy especial.
Roy H. Williams

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