Mi amigo, el jugador

Mi amigo, el jugador

Mi amigo, el jugador

Mi amigo ha sido importante para mí desde hace 6 o 7 años.
No tenía idea que él tenía dinero hasta hace 3 años.
Mi amigo es apuesta profesionalmente, es un jugador.
No, no apuesta en mesas de fieltro verde con cartas o dados. Él le apuesta al NASDAQ y a la Bolsa de Nueva York.
“Oh, él es un inversionista”, dirías tú.
“No, soy un jugador extremadamente informado”, responde él.
Mi amigo gana 7 de cada 8 apuestas y gana alrededor de US$100,000.00 a la semana.
No, no te voy a dar su nombre y tampoco te serviría de nada si te lo diera. No va a compartir ningún consejo contigo, conmigo o con nadie más y definitivamente no necesita de tu dinero. Es un lobo solitario cazando la presa del lobo solitario.
Mi amigo jugador no abraza la sabiduría tradicional de la bolsa sino que calcula el tamaño de sus apuestas de acuerdo a su grado de confianza utilizando el Criterio Kelly, una fórmula oscura utilizada por los jugadores profesionales desde 1956.
Yo, también, soy un jugador profesional que determina el tamaño de sus apuestas de acuerdo con el grado de la confianza. Pero yo no apuesto mi dinero en la bolsa de valores. Yo apuesto el dinero de mis clientes en campañas publicitarias.
Mis anuncios ganan millones de dólares a la semana, pero yo no me quedo con ese dinero. Se lo queda la gente que creyó en mis métodos.
Los inversionistas no les gusta considerarse jugadores. Por eso es que tantos de ellos pierden. Lo mismo sucede con los publicistas. A los inversionistas y publicistas les gusta creer que son científicos.
Los inversionistas se enamoran de acciones.
Los publicistas se enamoran de los medios.
Los jugadores sólo se enamoran del baile.
Mi amigo me enseñó eso.
Él y yo estamos de acuerdo que la sabiduría tradicional usualmente es más tradición que sabiduría. ¿Estás de acuerdo con nosotros?
Si lo estás, te cuento algunos de esos pensamientos no tradicionales acerca de la publicidad que han sido responsables de ganar esos millones de dólares a la semana.
Lo que escoges de medios no hace que tu anuncio sirva. Así que ten cuidado de alcanzar a la “gente correcta”. En vez de eso, ten cuidado de decir las cosas correctas.
Si te ganas el corazón, la mente lo sigue. El intelecto siempre va a crear la lógica para justificar lo que el corazón ya decidió.
No trates de “educar al cliente”, creyendo que te escogerían si tan sólo “entendieran”. Habla acerca de algo que les importe. Háblale a una necesidad que sientan.
Si te ganas el corazón, la mente lo sigue. El intelecto siempre va a crear la lógica para justificar lo que el corazón ya decidió.
Si tratas de alcanzar a la persona correcta en el momento correcto con el mensaje correcto, siempre vas a estar frustrado con resultados de abundancia-o-escasez. Pero si alcanzas a las masas con un mensaje memorable mucho antes que te necesiten y continúas alcanzándolos hasta que se sientan así, vas a ser la persona en la que piensen de inmediato y acerca de quien mejor se sientan.
Si te ganas el corazón, la mente lo sigue. El intelecto siempre va a crear la lógica para justificar lo que el corazón ya decidió.
Si tienes un producto con un ciclo corto de compra (como comida y entretenimiento), puedes esperar resultados rápidos con tu publicidad. Pero si tienes un producto con un ciclo de compra largo, te puedes preparar para tener pésimos resultados al principio, pero esos resultados van a ir siendo mejores y mejores cuando tu campaña publicitaria finalmente gane tracción.
Si te ganas el corazón, la mente lo sigue. El intelecto siempre va a crear la lógica para justificar lo que el corazón ya decidió.
El entretenimiento es la única moneda con la que puedes comprar el tiempo y la atención de un público demasiado ocupado.
Sin un elemento de sorpresa, no puede haber deleite.
La repetición es efectiva. La repetición es efectiva. La repetición es efectiva.
Si te ganas el corazón, la mente lo sigue. El intelecto siempre va a crear la lógica para justificar lo que el corazón ya decidió.
Si quieres leer algunos casos fascinantes, dale un vistazo a este blog nuevo.
Y nunca olvides que tú estás, de hecho, apostando.
Roy H. Williams

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