Cosas que aprendí de 38-añeros

Cosas que aprendí de 38-añeros

Cosas que aprendí de 38-añeros
Pennie y yo tenemos ciertos criterios que usamos para juzgar el éxito de la Academia del Mago. En una reunión reciente de la Junta de Directores, me pidieron que compartiera esos criterios con ellos.
Comencé diciendo: “Sería ridículo juzgar a una organización educacional no lucrativa por sus ingresos. Y sería igualmente ridículo juzgar nuestro éxito por el número de personas que asistieron a las clases. Cuando completemos La Casa de los Niños Perdidos, podremos acomodar a 24 alumnos por clase. Pero sólo tenemos 40 clases al año. Novecientos sesenta estudiantes al año es nuestro máximo auto impuesto y hemos estado sobrevolando ese número desde hace mucho tiempo. La meta es el compartir a un alto nivel las percepciones, procesos, fórmulas, tips y lecciones valiosas con gente de adentro que se auto nomina y que ha tenido que pasar por varios filtros para tan siquiera haber escuchado de este lugar y luego cruzar varias barreras para llegar hasta aquí”.
“Entonces, ¿cómo exactamente medimos el éxito?”, preguntó uno de los miembros de nuestra Junta Directiva.
“Tres cosas”, contesté.
“La número uno es qué tan seguido escuchamos reportes de estudiantes diciendo que regresaron a sus casas e implementaron las cosas que aprendieron y que eso hizo una diferencia enorme.”
“La número dos es qué tan seguido regresan para clases adicionales. Porque esto nos dice que tuvieron una experiencia genial la primera vez.”
“La número tres es el número de gente nueva a quienes les dijeron que vinieran gente que ya había estado aquí.”
“Resultados, Retornos y Referidos”, hizo eco el 38-añero Ryn Deiss mientras asentía con la cabeza.
“¡Creí que yo había inventado esos criterios!”, le dije. “¿Me estás diciendo que son algo conocido?”
“No son tan ampliamente conocidos, pero todas las mejores escuelas utilizan esos criterios”, dijo él.
Manley Miller es otro 38-añero a quien la Junta de Directores le pidió que sustituyera a un miembro que ha servido durante 20 años y que anunció su retiro el próximo año.
En el libro aún no publicado de Manley, él escribe:
“Cuando tienes talento para algo, tienes aptitud.
Pero cuando te conviertes en maestro en eso, tienes competencia.”
“Cuando tienes algo que decir que vale la pena escuchar, tienes sabiduría.
Pero cuando la gente está dispuesta a escucharte, tienes autoridad.”
Manley dice que él aprendió eso de leer la Biblia. “Jesús habló con su sabiduría en el Templo cuando tenía 12 años, pero cuando tenía 30, él habló con autoridad. Tienes que agregar mucha experiencia a tu sabiduría antes de poder hablar con autoridad.”
Unos días más tarde, Rex Williams, otro 38-añero de la Junta Directiva dijo:
“Nos juzgamos a nosotros mismos por nuestras intenciones, pero juzgamos a los demás por sus acciones. De igual forma, juzgamos el valor de nuestros pensamientos y opiniones por la profundidad de nuestros sentimientos, pero otros juzgan el valor de nuestros pensamientos y opiniones por nuestras palabras.”
Rex continuó diciendo:
“Millones de personas están involucradas en las redes sociales, podcasting, videos, publicidad, escribir libros, escribir discursos. Todos quieren ser escuchados, pero muy pocos aprenden cómo ser escuchados.”
Escuchando a estos 38-añeros, tuve una revelación.
Digamos que tienes una aptitud para la comunicación, (porque probablemente sí la tienes).
Aún así vas a necesitar:
Información, que se convierte en
Conocimiento, que te lleva a
Experiencia, que te lleva a
Competencia, que te da,
Sabiduría, que te da
Una experiencia más profunda, que te da
Autoridad.
A veces me preocupa que tengamos una actitud de gratificación instantánea en relación a la educación. Creemos que cuando hemos aprendido de un experto cómo se hace algo, ahora ya tenemos la habilidad de hacer esa cosa de forma experta.
Pero hay un camino largo y tortuoso qué recorrer de la Información a la Competencia.
Y luego existe un segundo camino largo y tortuoso de la Competencia a la Autoridad.
Creo que este es un mensaje que todos los graduados del colegio y de la universidad deberían escuchar. Porque cuando no se los decimos, los condenamos a aprender estas cosas de la forma difícil.
Indy dice Aruú.
Roy H. Williams

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