La Universidad No Es Para Todos

La Universidad No Es Para Todos

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La Universidad No Es Para Todos

Lo más inteligente que he hecho en mi vida fue salirme de la universidad al segundo día.  Lo que quería aprender, no me lo podían enseñar, por eso me fui para descubrirlo por mí mismo.  Eso fue hace 37 años.

Un buen número de años después, escribí una serie de libros de negocios bestsellers del New York Times y del Wall Street Journal y lancé una escuela para adultos que son imaginativos, valientes y ambiciosos.  La Academia del Mago enseña cosas grandes, rápido.  Nuestros estudiantes están dejando sus huellas en el mundo y yo estoy más orgulloso de ellos de lo que se puede creer.

La universidad no es para todos.  Definitivamente no fue para mí.

Si dentro de tu grupo de amigos tienes a un maestro de escuela, preferiblemente pública, que te tiene la suficiente confianza como para hablarte sin reservas acerca de lo que le ha sucedido al sistema educativo, le debes a tu país el tener esa conversación.

Te vaticino que no vas a poder dormir esa noche.

Ninguno de los maestros con los que he hablado quiere ver a sus propios hijos o nietos en escuelas públicas.  Estos maestros no le tienen miedo a las drogas o a la violencia.  Le tienen miedo a un sistema educativo que le requiere a sus maestros ponerse las esposas del apego estricto y de “enseñar para el examen” al paso del mismo tambor, para que no penalicen al distrito escolar.  “A calentar para el examen, que el aprendizaje se vaya al carajo.”

Cada lección, cada día, simplemente es preparación para el súper importante examen estandarizado.

Estandarizado.  Como si cada niño fuera una hoja en blanco idéntica, desprovisto de aptitudes o intereses personales.

¿Alguna vez has oído del Cociente de Creatividad (CC)?  Es como el CI, salvo que mide la creatividad en vez de la inteligencia.  En todos los Estados Unidos, los niños de segundo grado tienen mejores puntuaciones en los tests de CC que los que van a la secundaria.

Evidentemente, el cumplimiento y el apego tienen un precio.

Los niños que comienzan la escuela este año se van a retirar en el 2072.  Ninguno de nosotros tenemos idea de cómo se va a ver el mundo en tan sólo 5 años, sin embargo nos dan la tarea de educar niños para el mundo con el que van a enfrentarse en 20, 30 y 40 años en el futuro.

Paul Torrence administró el primer test de CC en 1948 a un gran número de niños de primaria en Minnesota.  Veintidós años después, se localizó a esos niños para ver si sus puntuaciones del CC habían podido predecir de alguna forma el éxito en sus carreras.  Se administró un segundo seguimiento en 1998, 40 años después del test original y se llevó a cabo un seguimiento a los 50 años en el 2008, cuando esos niños se aproximaban a los 60 años de edad.

¿El resultado?  El CC es 3 veces más confiable como indicador de éxito en la carrera que el CI.

Ese test de CC de Torrance medía el pensamiento divergente en 4 escalas:

  1. Fluidez.  El número total de ideas interpretables, con sentido y relevantes, generadas en respuesta a estímulo.
  2. Flexibilidad.  El número de categorías diferentes de respuestas relevantes.
  3. Originalidad.  La rareza estadística de las respuestas.
  4. Elaboración.  El nivel de detalle de las respuestas.

El profesor Ken Robinson define la creatividad como “el proceso de tener ideas originales que tienen valor.”  La creatividad es desordenada y no es fácil de manejar, por eso en las escuelas públicas no les gusta medir el CC de sus estudiantes ni alentarlo de forma alguna.

Yo creo que se necesita cambiar esto.  Que tiene que serlo.

“¿Pero qué podemos hacer,” te preguntarás?

Permíteme responderte con las palabras de Margaret Mead:

“Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos puede cambiar el mundo; en realidad, es lo único que lo ha hecho.”

¿Te apuntas?

Roy H. Williams

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