“Decir la verdad más poderosamente que lo que es completamente preciso” es pensar y decir un evento futuro como si ya hubiera sucedido. Algunas personas le dicen a esto “manifestar” pero estoy incómodo con esa palabra porque conjura la imagen de una persona que literalmente habla las cosas a la existencia, una habilidad que yo creo que sólo le pertenece a Dios.
Sí, soy de esa creencia antigua que cree que el Big Bang comenzó cuando Dios dijo: “Que haya…”
Aunque rechazo la idea de “manifestar”, sí creo en proyectar, lo que defino como alentar a otros hablando de un futuro posible como si estuvieras seguro que va a suceder.
Cuando una persona necesita valentía y confianza, dale de las tuyas. Cuéntales del futuro que ves para ellos.
Me reúno cada viernes a almorzar en lugares de lujo con 5 amigos, la mayoría de ellos arriba de 60 años. Recientemente, luego de 3 horas de conversación alrededor de una mesa grande, redonda, nos quedamos en silencio mientras cada uno de nosotros tomaba un poco de vino, o ponderaba lo que acabábamos de decir, o miraba el menú buscando cosas adicionales qué ordenar. Levanté la vista cuando escuché una voz decir: “¿Quién te metió en la cabeza que podías hacer las cosas que has hecho?”
El amigo que había hablado me estaba viendo directamente a mí. Leyendo la confusión en mis ojos, comenzó a enumerar un montón de cosas que doy completamente por sentado. Recordando que su pregunta fue: “¿Quién te metió en la cabeza…”, le dije la verdad: “Mi Mamá”.
De pronto vi 5 pares de ojos sorprendidos y me sorprendió que se sorprendieran.
El silencio incómodo que siguió me hizo darme cuenta que ellos estaban esperando que yo continuara, así que dije: “Cada vez que le decía a mi madre que no podía hacer algo, ella siempre decía: ‘Claro que puedes’. Y luego yo lo hacía. No recuerdo que ella haya dicho jamás: ‘Bueno, has lo mejor que puedas’, y nunca hizo algo por mí que ella creyera que yo podía hacer por mí mismo. Ella simplemente me miraba pacientemente y decía con completa convicción: ‘Claro que puedes’”.
Mis amigos continuaron viéndome fijamente en silencio. Yo no estaba seguro de qué estaba sucediendo. Finalmente, el amigo que me hizo la pregunta me vio a los ojos y dijo: “¡Qué regalo!” Los otros asintieron con la cabeza mientras repetían: “¡Qué regalo!”
Fui lo suficientemente atinado de callarme y escuchar.
Durante la siguiente media hora, escuché mientras cada uno de ellos contó historias de su niñez que me hicieron entender su admiración por mi Mamá.
Esos treinta minutos conectaron una vida entera de puntos para mí.
A través de mi vida adulta, me he sentido apenado cuando la gente me hace preguntas acerca de mi supuesta valentía, o audacia, o visión, o alguna otra de esas cosas. Nunca he estado seguro de cómo responderle a esas personas, porque yo sé con certeza que no poseo esas cualidades.
He logrado de alguna manera pasar con éxito durante más de 65 años de vida sin una educación superior, felizmente casado con la chica a la que he amado desde que tenía 14 años, porque las dos mujeres más importantes de mi vida creen que, mientras el fracaso es inevitable, también es una condición temporal y que al final vamos a tener éxito, porque, “Claro que podemos”.
Por favor escucha lo que te voy a decir.
Dale el regalo de valentía y de confianza a la gente a la que amas.
Diles que crees en ellos. Diles lo que ves cuando ves en su futuro. Las frases que les digas deberían comenzar con “Tú eres…” y “Tu vas a…”
Ellos van a ver lo que tú veas cuando lo digas.
Tus palabras van a cambiar sus pensamientos y sus acciones.
Y ellos van a vivir para verlo acontecer.
Roy H. Williams