Comenzó como una cosa diminuta

Comenzó como una cosa diminuta

Un germen es una cosa diminuta, pero puede dividirse y convertirse en dos gérmenes y luego cuatro.
Cuatro se convierten en ocho y luego de tan solo 28 ciclos más, te encuentras esposado en la oscuridad triste de más de un millardo de gérmenes.
Un millardo, setenta y tres millones setecientos cuarenta y un mil ochocientos y veinticuatro gérmenes, para ser exactos.
Y todos están tratando de matarte.
Al contrario que las formas más hermosas de vida, los gérmenes sólo llevan un set de cromosomas en vez de uno. Se reproducen al dividirse en dos células, un proceso llamado fisión binaria.
Comenzó como un corte diminuto. Pero cada vez que abres esa herida, incrementas el dolor de la misma.
Es por esto que es peligroso conservar un rencor. Cuando recordamos momentos dolorosos, incrementamos su fuerza.
¿Sabías que la mayoría de las cosas que recordamos nunca sucedieron en realidad? Por lo menos no de la manera en que las recordamos.
Cuando recordamos algo que sucedió, no recordamos el evento objetivamente. Ninguno de nosotros lo hace. Reconstruimos el evento de acuerdo a cómo nos hizo sentir la última vez que pensamos en él.
Recordamos tan solo la memoria de nuestra memoria.
Las memorias que llevas en tu mente son reconstrucciones distorsionadas, en el mejor de los casos. Pero las suposiciones que hiciste — especialmente los motivos y las intenciones que les pusiste a otras personas — se cristalizan rápidamente en “hechos incontestables” en tu mente.
Esa última declaración vale la pena que se repita: los motivos y las intenciones que les pusiste a otras personas — se cristalizan rápidamente en “hechos incontestables” en tu mente.
Allí se anida un gran peligro. Cuando mantienes un resentimiento, distorsionas la realidad cristalizando impresiones emocionales en “hechos duros” en los que crees con todo tu corazón. Y mientras más visitas de nuevo ese dolor, más apretadas las esposas y más profunda tu oscuridad.
Lo hemos escuchado antes, pero es bueno que lo volvamos a escuchar:
“Aferrarte a tu enojo es como tomarte el veneno esperando que la otra persona se muera.”
Cada persona se merece ser recordada por su mejor momento.
Llévate ese pensamiento contigo en el nuevo año. Cuando recuerdas a una persona, busca en los rincones secretos de tu mente por un evento, un momento, algo que esa persona dijo, o hizo, que te haga sonreír un poco. Reemplaza to recuerdo oscuro y triste con uno que sea feliz y luminoso.
No lo hagas por ellos. Hazlo por ti.
Ten un feliz año nuevo.
Roy H. Williams

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