Chatterton y Rowley

Chatterton y Rowley

Todo lo que estoy a punto de contarte sucedió en Inglaterra y Francia durante la vida de Thomas Jefferson, cuando los Estados Unidos todavía tenía ese olor a “bebé nuevo”.
El poeta inglés Samuel Taylor Coleridge nos dio “La rima del marinero anciano” en 1798, mientras Napoleón se embarcó para Egipto a pelar la Batalla de las Pirámides y descubrió famosamente la Piedra Roseta.
Coleridge murió de un ataque al corazón debido a su adicción al opio.
Wordsworth nos dio “El arcoiris” en 1802, mientras la gente de Francia aprobaba con entusiasmo una nueva constitución que elevaba a Napoleón como emperador vitalicio.
Wordsworth murió de una infección pulmonar.
Shelley nos dio “Ozymandias”, el cuento de un emperador caído y olvidado, en 1818, mientras Napoleón languidecía en el exilio en la isla de Santa Elena en el Atlántico.
Shelley murió de un accidente de barco a la edad de 29 años.
Keats nos dio “La Belle Dame sans Mercy” en 1819, mientras Napoleón continuaba languideciendo en Santa Elena.
Keats murió de tuberculosis a la edad de 25 años.
“La Belle Dame sans Mercy” en español quiere decir “La bella chica sin misericordia”, pero tú y yo la conocemos como Fama y Fortuna.
Has escuchado muchas veces los nombres de Coleridge, Wordsworth, Shelley y Keats, pero, ¿sabías que cada uno de estos poetas ingleses románticos fueron inspirados por un monje imaginario del siglo XV llamado Thomas Rowley?
Pero, por mucho que fuera imaginario, Thomas Rowley reinició las llamas de la literatura romántica en Inglaterra durante los años coloridos que vivió en la mente de un niño adolescente en la pobreza.
Ese niño, Thomas Chatterton, nació 15 semanas después que su padre muriera en 1752, cuando Thomas Jefferson tenía tan sólo 9 años.
Napoleón nacería hasta 3 años después.
El pequeño Thomas pasó sus días con su tío, el capellán de la iglesia de Santa María, Redcliffe, en donde gateaba a través del ático del vasto edificio antiguo, examinando el contenido de cofres de caoba guardados allí desde 1185, en donde yacían olvidados documentos tan antiguos como la Guerra de las Rosas.
Para cuando tenía 6 años, el pequeño Thomas Chatterton había aprendido su alfabeto de las mayúsculas ilustradas de esos documentos. A sus 11 años, Thomas era tan bien versado en el lenguaje y leyendas de siglos anteriores, que comenzó a enviar poemas al “Periódico de Bristol, Felix Farley” asegurando que estaban transcritos de los textos de un monje llamado Thomas Rowley quien había vivido 300 años antes.
Aparte de los cientos de poemas escritos por este monje imaginario, Chatterton escribió cartas políticas, letras de canciones, óperas y sátiras en verso y en prosa. Fue conocido por los lectores del Periódico de Middlesex como Decimus, un rival de Junius, ese autor de las eternamente infames Cartas de Junius. Chatterton también contribuyó a la Revista de Hamilton de Ciudad y Campo y a la Revista de Freeholder, publicaciones políticas que apoyaban la libertad y la rebelión.
While the brilliant submissions of Thomas Chatterton were happily accepted by editors across England, he was paid little or no money for them.
Mientras las contribuciones brillantes de Thomas Chatterton eran felizmente aceptadas por editores en toda Inglaterra, a él le pagaban poco o nada por ellas.
El 17 de abril de 1770, Thomas Chatterton de 17 años escribió una sátira llamada su “Última voluntad y testamento”. En ella, él dejó entrever que él estaba planeando quitarse la vida al día siguiente.
Ese famoso poema de John Keats, “La Belle Dame sans Mercy”, bien puede haber sido escrito con Thomas Chatterton en mente. Ya que esa bella, inmisericorde chica de ese poema es un hada — llamémosla Fama y Fortuna — quien le hace el amor a un caballero medieval en sus sueños, luego lo deja enfermo y muriendo en una ladera fría cuando lo abandona.
Cuatro meses después de escribir su “Última voluntad y testamento”, Thomas Chatterton estaba tan absorto en sus pensamientos mientras caminaba por el Cementerio de San Pancracio, que no se fijó en una tumba recién cavada en su camino y se cayó. Su compañero de paseo ayudó a Chatterton a salir de la tumba, bromeando que estaba feliz en ayudar a resucitar a un genio.
Chatterton replicó, “Mi querido amigo, he estado en guerra con la tumba desde hace ya algún tiempo”.
Tres días después, con el corazón roto de no haber podido mantener a su madre empobrecida ganando dinero como escritor, Thomas Chatterton de 17 años, ese chico extraño y solitario cuyos poemas inspirarían a una generación de poetas ingleses románticos, cometió suicidio tomando arsénico.
Pero espera. Se pone peor. Unos días más tarde, un hombre se apareció en la casa de Londres, donde Thomas Chatterton había vivido en el ático.
Este hombres se llamaba Dr. Thomas Fry, un estudioso literario quien había descubierto que el joven Thomas Chatterton no era tan sólo el transcriptor de un supuesto monje inglés muerto hacía siglos, sino que era, de hecho, el autor de todas esas obras maravillosas que circulaban por toda Inglaterra en ese momento.
El Dr. Fry había llegado con la intención de convertirse en el mecenas de Chatterton, manteniéndolo con un estipendio.
Eso fue hace 253 años.
“La muerte de Chatterton” es una pintura muy visitada en el Museo Tate de Londres. Fue pintada por Henry Wallis durante los años cuando la poesía romántica inglesa estaba en la cima de su popularidad. En esa pintura vas a encontrar una pila de jirones de papel en la esquina inferior izquierda, debajo del hombro del chico. El Dr. Fry recogió esos jirones de papel y los reunió para encontrar el poema final de Thomas Chatterton.
Esa pintura se mostró en la exposición de verano de la Academia Real y fue un éxito inmediato. Al año siguiente reunió aglomeraciones enormes en la Exposición de los Tesoros del Arte en Manchester y luego reunió aglomeraciones enormes en Dublín. En el siglo XIX, “La muerte de Chatterton” fue una de las pinturas más populares vendidas como impresiones reproducibles. Cada casa tenía una.
Cuando la bella Fama y Fortuna — esa chica sin misericordia — finalmente besó la mejilla del joven Thomas Chatterton, se sonrió mientras notaba que estaba tan blanca y fría como una candela apagada, y que olía vagamente a arsénico.
Roy H. Williams
¿Recuerdas el Memo del Lunes por la Mañana de la semana pasada? Ese memo es el antídoto a éste.
*Puedes ver la pintura en la página 2 de la madriguera del conejo. Indy Beagle te dirá cómo llegar allí.

Comments are closed.