Cuenta historias, escritores y la alfombra mágica original

Cuenta historias, escritores y la alfombra mágica original

Recientemente leí un par de libros de Arkady Martine, alguien nuevo en la ciencia ficción. Una memoria llamada Imperio (2019) y Una desolación llamada Paz (2021), cada uno ganó el Premio Hugo por Mejor Novela.
Me gusta Arkady Martine y me gustan sus libros. Ella es una cuenta historias extraordinaria.
Pero todavía no es una magnífica escritora.
No dije eso con la intención de insultarla. Dan Brown vendió una estrepitosa cantidad de El Código DaVinci, pero él no es un magnífico escritor tampoco. Tendemos a leer los libros de un cuenta historias extraordinario sólo una vez.
Cuando uno sabe la historia, se va la magia. Es por esto que cada tienda de gangas en el mundo está repleta de incontables cantidades de 50 Sombras de Grey y El código DaVinci.
Pero leemos los libros de escritores magníficos una y otra vez. Un escritor magnífico podría escribir un manual de instrucciones y hacerlo cautivante.
La evaluación literaria es salvajemente subjetiva, por supuesto, así que le debo una explicación a Arkady Martine y a ti.
Nunca leo libros prestados porque quiero marcar pasajes y hacer notas a los márgenes mientras avanzo. El manchar mis propios libros con círculos y notas es una señal de respeto por el autor, pero para mí, el manchar el libro de un amigo no sería una señal de respeto.
No voy a terminar un libro si el autor no es un magnífico cuenta historias. No voy a circular pasajes si el autor no es un fantástico escritor.
La esperanza de todo magnífico cuenta historias es también convertirse en un fantástico escritor. Para ganar el Premio Pulitzer o el Premio Nobel en literatura tienes que ser ambos.
John Steinbeck era ambos.
J.R.R. Tolkien era ambos.
Tom Robbins es ambos.
Bill Bryson es ambos.
Barbara Kingsolver es ambos.
Actualmente estoy en la página 26 de la novela de 546 páginas de Barbara Kingsolver, Demon Copperhead y ya circulé 10 pasajes. Indy te va a transcribir esos pasajes en la madriguera del conejo cuando haya terminado el libro. (La base de datos de Citas Aleatorias ya tiene 6,108 citas y sigue creciendo. — Indy)
Las historias que conforman Las mil y una noches, fueron recopiladas hace mil años. En una de esas historias, el Príncipe Husain viaja a Bisnagar y compra una alfombra mágica.
No dejes que Disney te confunda. La alfombra de Husain no es una alfombra “voladora” que cabalga el aire como un pájaro. Su alfombra mágica es como un buen libro. Lo único que debes hacer es decidir en dónde quieres estar, sentarte, y allí estás.
La buena escritura te involucra todos los sentidos mientras te traslada hacia otro lugar, otro tiempo, otra vida.
“El aire estaba pesado con fragancia de mar y brisa que chocaban con el moho y el barniz de madera y jabón de hotel y el vapor metálico de la Coca de Dieta y el fermento alcohólico de generaciones de cougars en Chanel No. 5.”
— Olivia Nuzzi
Ahora eres como el norte frágil.
“Está CONGELADO; como aire hecho de vidrio roto. Nuestro frío inglés es todo hombre de nieve gorditos y ‘¡Yu-jú! ¡Es día de nieve!’, un tipo de frío amigable. Pero este frío es malvado…”
“Está costando respirar aquí, mis pulmones se llenan de hormigas y no hay espacio para aire. Hay un monstruo hecho de frío, duro como la orilla del pavimento, que viene hacia nosotros en la oscuridad y rompe los cedazos y las puertas y la ventanas y la única arma que se le oponga es el calor, pero no tenemos calor alguno.”
“… Ella lo sintió ahora como vasto e impersonalmente cruel; una oscuridad helada que se absorbía a sí misma. Ella lo sintió llenando sus espacios vacíos, implantándose como una médula helada en sus huesos y luego la consciencia se deslizó hacia afuera de ella en la oscuridad del Ártico”.
— Rosamund Lupton
Te paraste bajo la lluvia, sesenta y cinco millas al norte de Seattle.
“Y llovió una enfermedad. Y llovió un miedo. Y llovió un olor. Y llovió un asesinato. Y llovió huevos pálidos de la bestia. La lluvia cayó sobre los pueblos y los campos. Cayó sobre los cobertizos de los tractores y los laberintos de las cegadoras. La lluvia cayó sobre ranas y helechos y puentes. Cayó sobre la cabeza de John Paul Ziller.
La lluvia cayó durante días, sin cesar. Ocurrieron inundaciones. Los pozos se llenaron de reptiles. Los sótanos se llenaron de fósiles. Los lunáticos con el pelo mohoso vagaron las penínsulas goteantes. La humedad brillaba sobre el pico del Cuervo. Chamanes antiguos, desalojados de sus hogares por la lluvia sobre troncos muertos, sonaban sus dientes de conchas en los dinteles ahogados de los bosques. La lluvia siseaba en las carreteras. Le siseaba a las proas de los barcos pesqueros. Se comió los caminos de guerra antiguos, derramó árboles de bayas, corrió en las cunetas. Anegada. Derramada. Penetrante.
Y llovió un portento. Y llovió un veneno. Y llovió un pigmento. Y llovió un ataque…”
— Tom Robbins
Estás explorando África en los 1930’s:
“El camino que llevaba al norte hacia Molo: en lo noche se chocaba directo contra las estrellas. Llegaba hasta el lado del Escarpamiento Mau hasta que a diez mil pies encontró el plató y descansó allí y algunas de las estrellas brillaron bajo su orilla.”
Beryl Markham
Estas aprendiendo de tu amigo Bill qué esperar cuando visites Roma:
“Amo la forma en que se parquean los italianos. Llegas a cualquier esquina en Roma y parece que te hubieras perdido apenas de una competencia de parqueo entre gente ciega. Los carros apuntan en todas direcciones, la mitad sobre la acera y la mitad afuera, hacia adentro, hacia las aceras, bloqueando estacionamientos y calles aledañas y cabinas de teléfono, calzados en espacios tan estrechos que el único camino posible de salida es por el techo. Los romanos parquean sus carros en la forma en que yo parquearía si hubiera acabado de botar un frasco de ácido hidroclorídico en mi regazo.
Por toda la ciudad puedes ver conductores azotando a sus carros para que quepan en espacios del tamaño de un cojín, deteniendo el tráfico y haciendo que todos los conductores en un radio de tres millas se apoyen sobre la bocina y den una imitación razonable de un hombre en la silla eléctrica. Si la abertura es demasiado pequeña para un carro, los romanos lo van a decorar con deshechos — una cajetilla de cigarros vacía, una orilla de pizza medio comida, la mitad de un cono de helado con el rastro del helado medio comido asomándose por el fondo, sobre el que danza un delirio de moscas, una lata aceitosa de sardinas, un periódico maltratado y algo totalmente inesperado, como un maniquí o una cabra muerta.”
— Bill Bryson
Estas viendo a los ojos a Jorge Luis Borges mientras él filosofa acerca de la dimensión del tiempo y su propio lugar en ella.
“El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges”.
— Jorge Luis Borges
Indy Beagle, desgraciadamente, es real, yo, desgraciadamente, soy
Roy H. Williams
*Demon Copperhead isn’t about a demon or the paranormal. As of page 26, it is about a boy growing up with a teenage Mom in a mobile home in the mountains of southern Appalachia. I find it incomprehensible that a 67-year-old woman is able to know the thoughts of a 10-year-old boy in Appalachia, but having once been a 10-year-old boy in Oklahoma, she nailed it. – RHW
— Demon Copperhead no se trata acerca de un demonio o lo paranormal. Hasta la página 26, se trata acerca de un chico que crece con una madre adolescente en una casa rodante en las montañas de los Apalaches sureñas. Encuentro incomprensible cómo una mujer de 67 años pueda conocer los pensamientos de un chico de diez años en los Apalaches, pero habiendo sido alguna vez un chico de diez años en Oklahoma, ella lo tiene claro. — RHW

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