Nuestra guerra con México

Nuestra guerra con México

Nuestra guerra con México

Hace cien y setenta y cuatro años, el 11avo presidente de los Estados Unidos envió a John Slidell en una misión secreta a México, autorizándolo para pagarle al gobierno mexicano hasta US$25 millones por sus territorios en Nuevo México y California. Cuando México se rehusó a considerar la oferta del Presidente James K. Polk, él envió a 4,000 tropas a ocupar tierras cerca del Río Grande — una región que México consideraba propia.

México respondió enviando tropas y, el 25 de abril de 1846, una patrulla de los Estados Unidos fue atacada por caballería mexicana. Polk acusó a gritos a México de haber “¡Derramado sangre estadounidense en territorio estadounidense!” y el congreso inmediatamente votó a favor de declarar una guerra con México. 

El recién llegado congresista Abraham Lincoln argumentó que el Presidente Polk había provocado a los mexicanos a pelear en territorio mexicano y que la guerra era “innecesaria e inconstitucional, iniciada por el presidente”. Etiquetó la “Guerra del Señor Polk” como un arrebato desvergonzado de tierras e introdujo una serie de resoluciones exigiendo saber la ubicación del “pedazo de territorio” en donde había tomado lugar la primera batalla de la guerra.

Las “Resoluciones del Lugar” furiosas de Lincoln forjaron su reputación como político, pero lo dañaron con sus votantes pro-guerra. Un periódico de Illinois hasta lo tildó de ser “el traidor de nuestro distrito” y su propio partido Whig no le permitió volver ser nominado al final de su período en el congreso.

La Guerra Mexicano-Estado Unidense fue la primera guerra estadounidense en ser cubierta por medios masivos, creando un vasto interés público y apoyo. Los reportes telegrafiados de las victorias desde el campo de guerra iniciaron incendios salvajes de emoción y mantuvieron a los estadounidenses emocionalmente unidos cuando leían acerca de esas batallas en los diarios de a centavo. (1)

La ciudad de Nueva York celebró la victoria doble de Veracruz y Buena Vista con fuegos artificiales y una gran procesión de 400,000 personas.

La Guerra Mexicano-Estadounidense tuvo un mayor porcentaje de bajas que la Primera y la Segunda Guerras Mundiales. Fue una guerra maligna, brutal con enfermedades que mataron a tantos como los cañones, rifles y espadas.

Al final de 1847, el Presidente Polk envió a un secretario del Departamento de Estado, Nicholas P. Trist, al sur de la frontera a negocias un tratado de paz con los mexicanos. Las charlas avanzaron lentamente, así que Polk ordenó a Triste a terminar las charlas y regresar a casa. Pero Trist, creyendo que estaba a punto de lograr algo, desobedeció la orden del presidente y envió de regreso una carta de 65 páginas defendiendo su decisión de continuar sus esfuerzos por lograr la paz.

Polk se puso furioso. Dijo que Trist estaba “¡desprovisto de honor o principios!”, y trató de hacer que lo sacaran, pero fue incapaz de parar las negociaciones con México. Dos meses más tarde, Trist finalizó el milagroso Tratado de Guadalupe Hidalgo. En ese tratado, México renunció a cualquier derecho sobre Texas y le otorgó a Trist todo o parte de los estados futuros de California, Nuevo México, Nevada, Utah, Arizona, Colorado, Wyoming, Oklahoma y Kansas.

El Presidente Polk aceptó el acuerdo con reticencia y luego despidió a Trist en el momento en que regresó a los Estados Unidos.

Te comparto esto para animarte.

¿Creíste que nuestro actual clima político quería decir que habíamos perdido nuestro rumbo como nación? No te preocupes ni un poco. Un estudio sin filtros de la historia revela que ninguna nación de personas ha vivido para cumplir con su potencial.

No somos más — ni menos — desastrosos de lo que siempre lo hemos sido.

L’chaim.

Roy H. Williams

1. Comenzando en 1830, los periódicos baratos se volvieron posibles seguido del cambio de impresión a mano a impresión a vapor. Famosos por costar un centavo mientras otros periódicos costaban alrededor de 6 centavos, los periódicos de a centavo hacían que las noticias fueran disponibles para las masas.

 

Toma algo con un amigo judío y probablemente le escucharás decir “L´chaim”, que simplemente quiere decir “A la vida”. Al Mago le gusta ese brindis, así que lo enmantequilló y lo volvió propio. —Indy Beagle.

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