Placer y Felicidad

Placer y Felicidad

Placer y Felicidad
No confundas el placer con la felicidad.
Las personas infelices pueden tener placer.
Y los placeres sin fin no son felicidad.
La felicidad es el resultado de saber quién eres, por qué estás aquí y qué es lo que deberías hacer.
Necesitamos identidad, propósito y aventura.
Identidad – ¿Quién soy?
Propósito – ¿Para qué estoy aquí?
Aventura – ¿Qué voy a hacer ahora?
Las ventas son el teatro y cada cliente es un actor en la obra.
La persona de mercadeo – el que escribe los anuncios – crea el guión.
El vendedor es el director, el narrador, el maestro de ceremonias y el acomodador.
Los clientes se sientan en silencio en el público hasta que se dan cuenta que la obra es acerca de ellos mismos.
¿Tus clientes están sentados en silencio entre el público?
Tu trabajo es persuadirlos a que se levanten.  Quieres que se paren y actúen.  Necesitas que se avalancen sobre el escenario, actúen sus partes, caminen sobre nubes de risas, bailen bajo la lluvia de las luces, se gocen con el trueno de los aplausos.
Esta obra de teatro llamada Vida siempre se debería tratar de identidad, propósito y aventura.  Escríbela acerca de otra cosa y tu obra seguramente será una parodia, una tragedia, una sátira o una farsa.
Éstas son las motivaciones de los personajes:
Identidad:  ¿Quién soy?
Compramos lo que compramos para recordarnos a nosotros mismos – y para decirle al mundo a nuestro alrededor – quiénes somos.  Hasta elegimos los servicios que contratamos basándonos en qué tanto reflejan la forma en la que nosotros llevaríamos su negocio.  Nos atraen los reflejos de nosotros mismos.  Un vendedor llama la atención hacia ese reflejo.  “Ése es usted, ¿verdad?” y luego le da al intelecto los hechos que necesita para justificar la compra.  Gánate el corazón y la mente lo seguirá.
Propósito: ¿Por qué estoy aquí?
Si estás sentado a solas en la oscuridad es porque tienes miedo.  Párate con temor, pero párate de todos modos.  Enciende la luz con un dedo tembloroso y camina tambaleante, arrástrate hacia el centro del escenario.  Nos medimos a nosotros mismos por nuestras intenciones, pero los demás nos miden por nuestras acciones.  Deja que tus  intenciones se conviertan en tus acciones y te caerás sobre tu destino.  Deja de pensar.  Comienza a hacer.  Y lo que sea que hagas, hazlo con determinación inamovible.  Tu propósito se revelará en su momento.
Aventura:  ¿Qué voy a hacer ahora?
No es la victoria, sino la audacia del intento lo que nos hace sentir vivos.  Los planes pequeños no encienden los corazones de los hombres.  Si la obra de tu vida se puede lograr durante tu vida, no estás pensando lo suficientemente en grande.  Esperar es una forma de morir. La indecisión es una decisión.  Cuando dejas que pase suficiente tiempo mientras te retuerces las manos y dices:  “Bueno, no sé.” la oportunidad pasa y se habrán tomado tus decisiones.  El procrastinar es el asesino pasivo de la felicidad.
La oportunidad ha estado durante mucho tiempo.  De hecho, está aporreando tu puerta mientras lees esto.
Levántate y contéstale.
Haz algo que te dé miedo.
¿Qué es lo peor que puede suceder?
Abre la puerta.
Es hora de empezar el show.
Roy H. Williams
Cuando mi cuate Teddy estaba irritado por los periodistas de medias-verdades que buscaban sensacionalismo, lo invitaron a la Sorbona en donde compartió educadamente sus pensamientos:
“No es el crítico el que cuenta, no el hombre que señala cómo se tambalea el hombre fuerte, o en donde el hacedor de cosas hubiera podido hacerlas mejores.  El crédito le pertenece al hombre que está en la arena, cuya cara está marcada por el polvo y el sudor y la sangre; que se esfuerza valientemente; que se equivoca; que no lo logra una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y deficiencias; pero que se esfuerza a hacer cosas; que conoce entusiasmos grandiosos, las devociones grandiosas; que se derrocha por una causa noble, que en lo mejor conoce el triunfo al final de logros grandes, y quien en lo peor, si falla, por lo menos falla mientras se arriesga grandemente, para que su lugar nunca esté entre aquéllos de almas frías y tímidas que nunca conocen la victoria ni la derrota.”
– Theodore Roosevelt,
Paris, April 23, 1910
Roosevelt creía que nosotros aprendemos haciendo.  Es mejor tropezarse que no hacer nada.  “La forma mas pobre de vivir es enfrentándose a la vida con una mueca de desdén”, decía.  “Juzgar a un hombre simplemente por el éxito es mal aberrante.”
– Indiana Beagle
2013_39_Beagle_3D_crowd
Placer y Felicidad
No confundas el placer con la felicidad.
Las personas infelices pueden tener placer.
Y los placeres sin fin no son felicidad.
La felicidad es el resultado de saber quién eres, por qué estás aquí y qué es lo que deberías hacer.
Necesitamos identidad, propósito y aventura.
Identidad – ¿Quién soy?
Propósito – ¿Para qué estoy aquí?
Aventura – ¿Qué voy a hacer ahora?
Las ventas son el teatro y cada cliente es un actor en la obra.
La persona de mercadeo – el que escribe los anuncios – crea el guión.
El vendedor es el director, el narrador, el maestro de ceremonias y el acomodador.
Los clientes se sientan en silencio en el público hasta que se dan cuenta que la obra es acerca de ellos mismos.
¿Tus clientes están sentados en silencio entre el público?
Tu trabajo es persuadirlos a que se levanten.  Quieres que se paren y actúen.  Necesitas que se avalancen sobre el escenario, actúen sus partes, caminen sobre nubes de risas, bailen bajo la lluvia de las luces, se gocen con el trueno de los aplausos.
Esta obra de teatro llamada Vida siempre se debería tratar de identidad, propósito y aventura.  Escríbela acerca de otra cosa y tu obra seguramente será una parodia, una tragedia, una sátira o una farsa.
Éstas son las motivaciones de los personajes:
Identidad:  ¿Quién soy?
Compramos lo que compramos para recordarnos a nosotros mismos – y para decirle al mundo a nuestro alrededor – quiénes somos.  Hasta elegimos los servicios que contratamos basándonos en qué tanto reflejan la forma en la que nosotros llevaríamos su negocio.  Nos atraen los reflejos de nosotros mismos.  Un vendedor llama la atención hacia ese reflejo.  “Ése es usted, ¿verdad?” y luego le da al intelecto los hechos que necesita para justificar la compra.  Gánate el corazón y la mente lo seguirá.
Propósito: ¿Por qué estoy aquí?
Si estás sentado a solas en la oscuridad es porque tienes miedo.  Párate con temor, pero párate de todos modos.  Enciende la luz con un dedo tembloroso y camina tambaleante, arrástrate hacia el centro del escenario.  Nos medimos a nosotros mismos por nuestras intenciones, pero los demás nos miden por nuestras acciones.  Deja que tus  intenciones se conviertan en tus acciones y te caerás sobre tu destino.  Deja de pensar.  Comienza a hacer.  Y lo que sea que hagas, hazlo con determinación inamovible.  Tu propósito se revelará en su momento.
Aventura:  ¿Qué voy a hacer ahora?
No es la victoria, sino la audacia del intento lo que nos hace sentir vivos.  Los planes pequeños no encienden los corazones de los hombres.  Si la obra de tu vida se puede lograr durante tu vida, no estás pensando lo suficientemente en grande.  Esperar es una forma de morir. La indecisión es una decisión.  Cuando dejas que pase suficiente tiempo mientras te retuerces las manos y dices:  “Bueno, no sé.” la oportunidad pasa y se habrán tomado tus decisiones.  El procrastinar es el asesino pasivo de la felicidad.
La oportunidad ha estado durante mucho tiempo.  De hecho, está aporreando tu puerta mientras lees esto.
Levántate y contéstale.
Haz algo que te dé miedo.
¿Qué es lo peor que puede suceder?
Abre la puerta.
Es hora de empezar el show.
Roy H. Williams
Cuando mi cuate Teddy estaba irritado por los periodistas de medias-verdades que buscaban sensacionalismo, lo invitaron a la Sorbona en donde compartió educadamente sus pensamientos:
“No es el crítico el que cuenta, no el hombre que señala cómo se tambalea el hombre fuerte, o en donde el hacedor de cosas hubiera podido hacerlas mejores.  El crédito le pertenece al hombre que está en la arena, cuya cara está marcada por el polvo y el sudor y la sangre; que se esfuerza valientemente; que se equivoca; que no lo logra una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y deficiencias; pero que se esfuerza a hacer cosas; que conoce entusiasmos grandiosos, las devociones grandiosas; que se derrocha por una causa noble, que en lo mejor conoce el triunfo al final de logros grandes, y quien en lo peor, si falla, por lo menos falla mientras se arriesga grandemente, para que su lugar nunca esté entre aquéllos de almas frías y tímidas que nunca conocen la victoria ni la derrota.”
– Theodore Roosevelt,
Paris, April 23, 1910
Roosevelt creía que nosotros aprendemos haciendo.  Es mejor tropezarse que no hacer nada.  “La forma mas pobre de vivir es enfrentándose a la vida con una mueca de desdén”, decía.  “Juzgar a un hombre simplemente por el éxito es mal aberrante.”
– Indiana Beagle
Comments are closed.