Escape

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Karl Marx dijo muy famosamente: “La religión es el opio de las masas”.
No, seamos más específicos. Lo que dijo en realidad fue: “Die Religion ist das Opium des Volkes”.
Antes de continuar, déjame decir que mi creencia en Dios es una elección que no está basada en argumentos o evidencia. Admito sin pena que escojo creer.
Aquellos, como Karl, quienes escogen no creer, frecuentemente dicen que mi creencia
En un alma inmortal
Y una vida después de ésta
Y en un Creador que nos da ambas,
No es nada más que un escape.
El escapismo es un tema interesante.
Los amantes de la naturaleza dan paseos largos para escaparse de la artificialidad de la vida intramuros.
Los amantes de los viajes se van de travesía para escapar lo predecible de sus alrededores.
Los amantes de los deportes miran juegos para escapar de la monotonía de sus vidas cotidianas.
Los amantes de la literatura leen libros para escapar de la silla en la que están sentados.
Los amantes de la nicotina y del alcohol fuman y toman para escapar de su humor.
Los amantes de la ciencia recogen datos para escapar de la idea de un mundo que está más allá del entendimiento.
En su libro, Acerca de historias: Y otros ensayos de literatura, C. S. Lewis escribe acerca de quejarse con su amigo, J.R.R. Tolkien acerca de esos pragmáticos condescendientes que descartan la ficción con un desprecio y un gesto de la mano:
“Nunca lo entendí del todo hasta que mi amigo el Profesor Tolkien me hizo una pregunta muy sencilla: ‘¿Qué clase de persona te esperas que estén más preocupados con y hostiles hacia la idea de escaparse?’ Y me dio la respuesta obvia: carceleros”.
Yo voto por el escape.
Escapa de lo que te disgusta haciendo lo que te gusta.
En las palabras de Charles Baudelaire:
“Y si algunas veces te despiertas, en las gradas de palacio, en lo verde de una cuneta, en la soledad tenebrosa de tu cuarto, tu intoxicación cediendo o esfumada, pregúntale al viento, las olas, las estrellas, los pájaros, los relojes, pregúntale a todo lo que huye, todo lo que se queja, todo lo que se mueve, todo lo que canta, todo lo que habla, pregúntales qué hora es. Y el viento, las olas, las estrellas, los pájaros, relojes, van a responder, ¡Es hora de elevarte! ¡Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, elévate; elévate constantemente! De vino, de poesía o de virtud, como quieras”.
Si amas la naturaleza, elévate en naturaleza. Si amas los viajes, los deportes, la literatura o la ciencia, elévate sobre eso. Y si amas a Dios, elévate en Él.
Voy a terminar con una cita de Oscar Wilde: “El egoísmo no es vivir como uno quiere hacerlo; es pedirle a otros que vivan con uno quiere hacerlo”.
Demócratas y republicanos, ¿están escuchando?
Roy H. Williams

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