Kermit, Theodore and Edwin

Kermit, Theodore and Edwin

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Kermit, Theodore and Edwin

Cuando Kermit Roosevelt tenía quince años, compartió un libro de poemas con su padre, el Presidente de los Estados Unidos. Para alentar a Kermit, su padre envió una reseña larga de ese libro a The Outlook, una publicación importante de ese momento, diciendo: “Hay un toque indiscutible de genialidad en los poemas recolectados en este libro…”

Theodore Roosevelt tuvo seis hijos: Alice la traviesa, Ted Jr. el héroe, Kermit el escritor, Ethel el visionario, Archie el guerrero y Quentin el colorido.

Sorprendentemente, era Kermit, el escritor, quien siempre aparecía al lado de su padre cuando el viejo Presidente necesitaba un protector. Cuando Theodore a los 51 años dejó la Casa Blanca y anunció que se iba a desaparecer en la selva de África para realizar un safari de un año, Kermit dejó Harvard para acompañarlo.

Cuatro años después, cuando Theodore anunció que se iba a esfumar en la selva de América del Sur para hacer un mapa del no explorado Río de la Duda, Kermit renunció a su trabajo y dejó a su prometida para asegurarse que su padre permaneciera seguro.

Si no hubiera sido por Kermit, Theodore Roosevelt no hubiera regresado vivo.

Esto no es especulación.

Fluyendo de las montañas del Perú hacia donde se une con el imponente Amazonas muy adentro en la selva del Brasil, el Río de la Duda era un misterio. Su longitud y trazo no estaban dibujados en ningún mapa. Las únicas cosas que se sabían con certeza eran que sus orillas estaban llenas de caníbales y sus aguas llenas de pirañas come hombres, reptiles de cinco metros y anacondas del largo de buses escolares.

Frank Chapman, el curador del Museo Americano de Historia Natural dijo:

“Se puede decir con toda confianza… que en toda América del Sur no hay un viaje más difícil o peligroso que bajar el Río de Duda.”

El director del Museo de Historia Natural, Henry Osborn, le escribió a Roosevelt varias veces rogándoles que abandonara su plan.

Roosevelt le respondió a Osborn en una carta dirigida a Frank Chapman:

“Dígale a Osborn que yo ya he vivido y disfrutado tanto de la vida como otros nueve hombres que conozco; he tenido mi plato lleno y si es necesario que deje mis huesos en América del Sur, estoy completamente preparado para hacerlo.”

Afortunadamente para Theodore, su hijo Kermit no estaba preparado para que él hiciera eso.

Luego que llegaron a América del Sur, la expedición tuvo que atravesar 400 millas salvajes antes de llegar al Río de la Duda. Pero luego se lanzaron a la selva.

“La mayoría de los hombres eran exploradores veteranos y muchos de ellos se consideraban a sí mismos como maestros de la naturaleza. Eran cazadores sigilosos, con buena puntería y sobrevivientes experimentados y, con las herramientas correctas, ellos creían que nunca se encontrarían a sí mismos en una situación en lo salvaje que no pudieran controlar. Pero mientras luchaban para avanzar por las orillas del Río de la Duda, cualquier base de esa confianza se estaba esfumando rápidamente. Comparado con las criaturas del Amazonas, incluyendo los indios cuyo territorio estaban invadiendo, todos ellos eran – desde el más humilde camarada hasta el ex presidente de los Estados Unidos – presas torpes y obvias.”

  • El Río de la Duda, de Candice Millard

La expedición evitó los rápidos de agua blanca guiando sus canoas a través de ellos con cuerdas mientras ellos caminaban por la orilla del río. Pero cuando la selva estaba en lo más espeso sobre ellos, dos canoas se zafaron y perdieron la mayoría de sus insumos. Los hombres se vieron forzados a parar durante varios días para construir nuevas. En un esfuerzo para recuperar el tiempo perdido se decidieron a recorrer los rápidos en las canoas. Cuando dos de las canoas se trabaron en las rocas en una sección de agua blanca peligrosa, Theodore Roosevelt se lanzó al agua para liberarlas y se resbaló, abriéndose una herida larga en el muslo.

Una infección se instaló esa noche y durante los siguientes días, él se movía entre la inconsciencia y la consciencia, completamente incapaz de caminar. En un momento de pensamiento claro, Theodor se dio cuenta que no tenía chance y que también estaba poniendo en peligro las vidas de los otros hombres. Halando al naturalista estadounidense, George Cherrie, hacia su lado, le dijo.

“Señores, me dio cuenta que algunos de nosotros no vamos a terminar esta aventura. Cherrie, quiero que tú y Kermit continúen. Ustedes pueden salir. Yo me quedo aquí.”

Kermit convenció calmadamente a su padre de que, aún si se pegara un tiro para que el resto de los hombres pudiera continuar, Kermit jamás dejaría su cuerpo. Por eso, matarse sería matar también a Kermit.

Kermit Roosevelt se paso las siguientes semanas cargando a su padre en una camilla a través de la selva. Su padre perdió 60 libras, pero Kermit lo llevó vivo a su casa.

Estas son tan sólo algunas de las cosas por las que nunca se le dio el mérito a Kermit.

¿Recuerdas a Richard Cory, el poema del memo de la semana pasada? Ése era del libro que Kermit compartió con su padre cuando tenía quince años.

Kermit Roosevelt envió un tenue rayo de luz a la oscuridad del poeta Edwin Arlington Robinson, pero fue suficiente para sacarlo de su desesperación, iluminar su talento, ganarle tres Premios Pulitzer y establecerlo como el poeta más importante de su generación.

Dios bendiga a Kermit Roosevelt.

¿Sobre quién

vas a enviar

tu luz

hoy?

Roy H. Williams

Acerca de la foto: (I) Theodore con el bebé Kermit. (D) Kermit en el Río de la Duda en América del Sur con E.A. Robinson en la parte superior derecha y Laura Richards (una de los muchos amigos que ayudaron a pagar la impresión de su primer libro) viéndolo. Continuaremos esa historia en la Madriguera del Conejo. ¿Sabes cómo entrar? – Indy

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