
Hace veintinueve años, Carl Sagan escribió un libro llamado El mundo y sus demonios: La ciencia como una candela en la oscuridad (1995).
Una de las observaciones que Carl compartió en ese libro es particularmente perturbadora:
“Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: Si nos han engañado el tiempo suficiente, tendemos a rechazar cualquier evidencia del engaño. Ya no estamos interesados en encontrar la verdad. El engaño nos ha capturado. Es simplemente demasiado doloroso aceptar, aún para nosotros mismos, que nos embaucaron. Una vez le diste poder a un charlatán sobre ti, casi nunca lo recuperas.”
Veintinueve años después, la mitad de la nación está traumatizada por un viejo blanco que creen que va a destruir a los Estados Unidos. La otra mitad está traumatizada por un viejo blanco diferente que creen que va a destruir a los Estados Unidos.
¿Desde cuándo los viejos blancos nos dan miedo?
¿Por qué tenemos estos sentimientos de una catástrofe por venir?
Durante la crisis de COVID, vivimos en un mundo desconocido durante más de un año, un mundo de ansiedad continua.
La mitad de los Estados Unidos fue traumatizada por la amenaza de vacunas y mascarillas. La otra mitad fue traumatizada por la gente que rechazaba las vacunas y mascarillas. Todos los lugares que nos hacían sentir normal, cerraron. Los restaurantes y las iglesias y las escuelas y los cines y los eventos deportivos y los parques de diversiones y las bodas, se convirtieron en recuerdos de una vida anterior.
Cuando nuestras circunstancias regresaron a la normalidad, nosotros mismos no lo hicimos. El barco se fuer, pero la ola permaneció. Es difícil nadar en aguas agitadas y cortadas.
De acuerdo a profesionales de la salud mental, la ola de ese barco es una condición llamada hiper-vigilancia.
Piensa que es una especie de Estrés Post Traumático. Aún ahora, algo dentro de nosotros permanece encogido, listo para enfrentar el peligro. ¿Estás comenzando a ver por que tantas personas están ansiosas y sin certeza?
Yo nunca experimenté la hiper-vigilancia hasta que tuve 40 años. Cuando había terminado mi segundo libro: Las fórmulas secretas del Mago de la Publicidad. Comencé a pasar horas sin fin revisando y volviendo a arreglarlo. En las mañanas eliminaba una coma y en las tardes la volvía a poner.
Ray Bard vio lo que estaba sucediendo y me habló sabiduría a mi vida.
Se sonrió y me dijo estas palabras:
“Roy, no estás haciendo que tu libro sea mejor o pero. Sólo lo estás haciendo ligeramente distinto. Es hora de bajar la pluma. Lo que estás experimentando le sucede a los escritores que se toman su oficio en serio y tú, obviamente, te tomas tu escritura en serio. Tú eres un escritor maravilloso. Has escrito un libro maravilloso. Pero ahora es el momento de bajar la pluma.”
Hace tres semanas, le conté esa historia a un amigo cercano que estaba atrapado en un bucle sin fin de revisiones a un proyecto en el que había estado trabajando durante más de un año. Mi amigo no es un escritor, pero su proyecto es tan grande como el mío y su identidad estaba totalmente inmiscuída en él, al igual que había estado la mía en el mío. Él escucho mi historia acerca de Ray Bard y la Pluma y se vio a sí mismo en ella.
Fui capaz de abrir la puerta de su jaula, igual que Ray Bard había abierto la de la mía.
¿La puerta de quién abrirás hoy? La de alguien más, distinta a la tuya.
Roy H. Williams